domingo, 20 de marzo de 2011

DÍA 20

Mi coche ha estado aparcado en Jacinto Verdaguer desde la noche del 14, testigo mudo a la vez que almacén y catre cuando el cuerpo pedía a gritos un kit kat.

Necesita urgente una lavadita interior-exterior, así que mi primera tarea del day after es recogerlo, hinchar las ruedas y vaciar todo.

Paso por el campo de batalla. Apenas las 11 de la mañana y ya no queda nada de la carpa. Una brigada de limpieza recoge como puede la enorme cantidad de basura que dejamos, y junto al contenedor, lo único que sigue ahí, yacen la alfombra roja y algún palet.

¿Hubo fallas hasta esta misma madrugada?

Está bien eso de antes de quemar, recoger todo. Me duele, porque no teniendo el día siguiente que madrugar, se me antoja procedente un brindis por las fallas que acabaron, ya relajados con los rescoldos a unos metros de la barraca. Pero es lo que tiene.

Con el último bocado de la cena, entre tantísimos se hace muy corta la tarea, por más que por fuera queden mesas, sillas, y haya que desmontar el equipo de música y la barra. Cientos somos. Y apenas 20 asumen que son falleros. La mayoría es turista en su propia falla, turistas con derecho a todo en una barraca pero que parece que no la tienen como su casa, como el casal de todos, de ellos también. Una pena, pero es lo que hay.

No hay comentarios: