domingo, 20 de marzo de 2011

Cada uno la ve a su manera. Los hay, como yo, de los llamados "seguidos": del gimnasio a la Casa de Campo, como diría Kid Tunero, el personaje de Toni Leblanc. De la barraca a casa a descansar. Por no ver, casi que ni he visto la mía, al menos con el detenimiento que merecería la pobre, QEPD. Lo mío es libar, comer, estar con los amigos, y jugar al dominó para poder abroncar a alguien, si se deja. Encima, como suelo palmar, se me ríen los condenados. Claro, uno va cumpliendo tacos y no tiene las mismas pilas. De lo que se trata es de estar y divertirse, por supuesto, y si estás, ya ves, echar una mano si hace falta.
No, no es cuestión de ser fallero para trabajar por la falla, que no hay bunyol ensucrat, ni te pondrán un pin, ni te cogerás esos agobios que te harán echar pestes de los que no están a tu altura, casi todos. Al final cansado y malhumorado, que no habrá más.
Entre el claro y el oscuro hay una gran variedad de grises, el problema es lo clarito que está el caldo fallero. Con un poquito de sustancia, qué gran guiso.

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