Hala, ya estamos presentados.
El día de San Valentín fue muy laaargooo, porque largo es el ceremonial y sus coletillas.
Desde las tres de la tarde, para hacer el periplo por las casas de salientes y entrantes, hasta las mismas tres, pero de la madrugada, cuando se apagan las luces y se van los últimos a casa.
En medio las mismas sensaciones de siempre, que no por ser de siempre dejan de ser nuevas para las que están encima del escenario en SU fiesta, con la gran carga de emotividad de ver que están por tí las docenas que se apiñan por las sillas, que son por tí las músicas, las palabras y el homenaje. "El cudol", como tantas veces, es apuesta segura, con esas fanfarrias tan nuestras, tan valencianas, y con esa Rapsodia final con la que nos emocionaron.
Esto de las presentaciones siempre constituye un extraño arcano para mi.
Debiera ser un caos, y no digo que no lo sea, que suelo ver el espectáculo desde bambalinas, pero de una forma inexplicable SALE. Yo creo que lo da el terreno, que es idiosincrasia fallera, milagro de San José, carpintero remendón que con una tacha aquí y otra allá resuelve todo.
Ya pasaron los mantenedores, que este año fueron ellas, Chelo y Alicia, para Rocío, y ellos, los Lluna para Teresa. Diferencia de estilo, pero algo en común, lo principal: el cariño hacia ellas y la complicidad de todo un auditorio.
En fin, que ya estamos presentados. Que ya va, que la mascletà festera ya se ha encendido. Que el ritmo será lento y cadencioso, pero sabemos que imparable, hasta las lágrimas que se irán con el monumento en la noche del 19.
Felicidades a las dos. Y a los dos: al veterano por su muesca en el revólver (ya no le caben) y a Fran, presidente novicio que se estrena desde lo alto de la colina. (ya lo dijo un viejo maestro, primero desde lo alto y luego callejear).
Ah, que este domingo 22 es la visita a la falla. Que no se os olvide.
