La noche del 16 fue la del olor gitano. Y no porque hubiera sesión zíngara en el atuendo, sino por la inevitable humareda que impregna todo y te deja la ropa para los arrastres.
Como pasa siempre en el 16, hay tantas ganas, tantos ímpetus, que las ingestas varias son, como diría yo, a cascoporro, de manera tal que a los pocos minutos de haber empezado uno está algo acabadito, que la entrada del sólido, y del líquido, sobre todo de este último, se produce a tal velocidad que te deja mortimer, sobre todo cuando no se tienen ni los veinte, ni los treinta, ni los cuarenta.
En fin.
Que me dicen que a las 4.30 se chapó. Ah, y tenemos un 8º de falla.
El 17 palito.
Visitaremos San Vicente-Marvá, que hacen 75, y mascletá, y aperitivo, y juegos infantiles, y Mohamed, que viene pegando fuerte.
Será terrible. Me tiemblan las piernas de pensarlo.
Como pasa siempre en el 16, hay tantas ganas, tantos ímpetus, que las ingestas varias son, como diría yo, a cascoporro, de manera tal que a los pocos minutos de haber empezado uno está algo acabadito, que la entrada del sólido, y del líquido, sobre todo de este último, se produce a tal velocidad que te deja mortimer, sobre todo cuando no se tienen ni los veinte, ni los treinta, ni los cuarenta.
En fin.
Que me dicen que a las 4.30 se chapó. Ah, y tenemos un 8º de falla.
El 17 palito.
Visitaremos San Vicente-Marvá, que hacen 75, y mascletá, y aperitivo, y juegos infantiles, y Mohamed, que viene pegando fuerte.
Será terrible. Me tiemblan las piernas de pensarlo.
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