domingo, 14 de febrero de 2010

DE PRESENTACIÓN

Pues sí. Esto ya va. Y desde ayer la cuenta atrás parece que da un acelerón. Vamos, que la calle, que los días, van tomando color y olor a Fallas.

Y eso que el día estuvo, todo, en un "sí es no es" lloviendo de mañana, hasta con alguna gota que flotaba en el aire (porque además hacía un frío de grajo en vuelo bajo). Pero las fallas tienen el Poder necesario para hacer que se abran los cielos, aunque sea sólo para el ratito del pasacalle, y así pudimos ir a recoger a Teresa, que no pudo evitar el escalofrío y la lágrima de evidenciar el epílogo de lo que fue "su año", y a las exultantes Lydia y Amparo, con la lógica ilusión de quien se dirige al acto de su coronación como reinas falleras de este ejercicio. La tregua del cielo hizo posible la música y las tracas, el color de los trajes, y el cortejo de todos los que de paisano acompañábamos.

Vino luego el protocolo, en el Athenea que nos acoge desde hace años, y en él el tráfico de falleros que suben y bajan del escenario, hasta de les espurnetes, proyectos de futuro para la fiesta, chispas falleras, y como tales, con alguna caprichosa a la hora de lluir. Y cómo no, las palabras de Mª Dolores Ballester, la tía, y de Mª Carmen Zanón, tía como la que más, que llega a las entrañas la vida que ha unido a los Mollá y a los Vidal. Por eso ambas hablaban desde el corazón, y por eso llegaron al corazón, y no sólo de las que ocupaban el Trono del homenaje.

Luego la cena, estupenda, la conversación entre amigos, la orquesta, animadísima (aquella chica era capaz de bailar hasta el Telediario, por Dios), y el sendero de elefantes hacia el fondo izquierda donde a cambio de un papelito rojo te ponían cositas buenas en un vaso largo con hielos.

O sea que muy bien, muchas felicidades, a ellas y a sus familias, y que el terratremol fallero esté a la altura de los deseos de todos.

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